24 de Marzo

¿Qué pasó el 24 de Marzo de 1976?

Usted entenderá que no me refiero a cuáles fueron los hechos, sino realmente a qué pasó ese día, es decir, por qué sucedió. Muchas veces nos encontramos con respuestas a esta pregunta cuyo centro argumentativo pareciera ser establecido por el hecho irrefutable de que los militares (de ese tiempo), principalmente los de alto rango, eran(son) una banda de locos fascistas, torturadores, asesinos y con delirios de grandeza; lo cual probablemente sea cierto pero definitivamente no nos satisface como explicación de un genocidio a escala latinoamericana.

Vamos a arriesgar. Una respuesta posible es que el golpe de Estado fue la consecuencia del fracaso de la política de represión interna del gobierno anterior, con el consecuente riesgo para los intereses de la clase dominante nacional y extranjera (principalmente estadounidense). Vea, con política de represión interna me refiero a la que llevaban adelante tanto las “fuerzas del orden” como las bandas de pistoleros anticomunistas organizadas desde el propio gobierno, y no olvidemos esa antesala del horror supremo que fue el Operativo Independencia. Oiga, con fracaso quiero expresar no la falta de efectividad de esta política a la hora de asesinar jóvenes militantes, líderes sindicales, abogados progresistas, intelectuales comprometidos, sino más bien al fracaso en tanto error de escala.

Siguiendo, si asumimos esa respuesta como posible, es decir, si el golpe de Estado fue la consecuencia del fracaso de la política de represión interna del gobierno anterior, entonces el golpe de Estado fue a la vez el quebrantamiento del “orden institucional” y la garantía de su continuidad. Es decir que el golpe de estado no fue un golpe contra el gobierno, sino que fue por el gobierno, por su incapacidad para contener a la masa popular que lo había votado con otra idea en la cabeza. O sea, el golpe de Estado no fue más que la salida a superficie de un plan para acabar de una vez y para siempre con quienes ponían en riesgo el orden establecido. Es decir que “los militares”, en realidad, cumplieron su mandato. Reprimir, a cualquier precio, a quienes intentan cambiar el orden social establecido ¿Me sigue?

Frenemos acá un minuto. Usted me podrá decir que exagero, que una cosa son esos militares y otra cosa es la institución militar, pero fíjese, si fuera así ¿cómo explica que hoy, a 27 años del retorno de la “democracia”, el ejército siga infiltrando partidos políticos y organizaciones sociales? ¿cómo explica que Julio López esté desaparecido? ¿cómo explica que la respuesta a los reclamos ambientales, salariales, etc., sean palos, gases y detenciones? La respuesta, al menos la que le puedo ofrecer hoy, es que las “fuerzas del orden” justamente están para mantener el orden. Pero no el orden del respeto por la vida ni el orden del tránsito, sino el orden entre las personas. Dicho más crudamente, lo que hay que mantener ordenado es quiénes están arriba y quiénes están abajo. Quiénes tienen, y quiénes no. Quiénes pueden cortar rutas y quiénes no. En ese marco, el golpe de Estado no es más que la continuación de sus funciones de manera más violenta, más salvaje, más impune.

Por eso, estimada lectora, estimado lector, en este aniversario lo invitamos a reflexionar una vez más sobre el golpe del ‘76. La invitamos a pensar la relación entre esa violencia y la violencia que se descarga hoy contra los pobres y los descontentos, la represión en Andalgalá, Tinogasta, la desaparición de Julio Lopez, de Luciano Arruga, el asesinato de Rubén Carballo, Matías Pena y tantos otros ¿no será que es la misma violencia, pero en diferente dosis? ¿no será que persiguen el mismo objetivo? Recuerde, no hubo errores, no hubo excesos…